¿Nos hemos preguntado a quienes elegimos EN REALIDAD para ser nuestros representantes en los cargos más altos de la República?
Hoy, en México, la simulación de nuestros políticos es cada vez menos oculta: es lamentable el espectáculo que presentan en sus confrontaciones infantiles por el poder en los espacios destinados a la discusión, ponderación y reflexión de lo que es mejor PARA LOS CIUDADANOS. Pero olvidamos que en realidad gobiernan PARA ELLOS MISMOS.
La clase política Mexicana, salvo contadas excepciones, se encuentra personal y colectivamente aquejada de lo que fue llamado Narcisismo por el padre del Psicoanálisis, Sigmund Freud. Desde el punto de vista de la psicopatología, la estructuración de una personalidad narcisista, proviene de una detención y anclaje del desarrollo de una persona en etapas infantiles de fuerte gratificación ó una regresión del individuo a esos períodos por la incapacidad que presentan para enfrentar y tolerar los retos y fracasos que la maduración a lo largo de la vida le imponen.
Los individuos afectados por un Trastorno de Personalidad Narcisista presentan un patrón grandioso de fantasías y conductas que le impiden ver a otros. Su visión personal de la vida llama al sometimiento del mundo y los demás a su percepción de la vida. Para esos individuos, el mundo que les rodea y los demás están llamados a obedecer sus puntos de vista, que considera infalibles. Espera la admiración incondicional de los demás y no tolera que sus ideas sean debatidas. En ellos existe una eterna sed de admiración, de adulación que los incapacita para percibir y valorar la realidad con tranquilidad. Para ellos es mucho más importante su actuación y el efecto externo de su actuación, que la eficacia verdadera y real de sus actos. Estas personas, pueden ser agudamente inteligentes, pero están bloqueadas por la grandiosa visión de si mismas y el hambre insaciable de reconocimiento. Se hunden en mediocridades aduladoras, pudiendo ser creativos y exitosos. Cuando llegan al poder se rodearán de personas inferiores a ellos que se someterán por intereses personales y egoístas. Su insaciable necesidad de reconocimiento les impide ponderar lo que la razón de otros les indica, son incapaces de reflexionar y escuchar.
Estas personalidades pueden ser increíblemente exitosas, brillan externamente y pueden cautivar a los demás. Jamás se plantean dudas sobre sí mismos, en cuanto a la originalidad o brillantez de sus ideas. Entonces, somos testigos de cómo individuos de escasa inteligencia y cultura, escalan a posiciones encumbradas. Cuanto más les ocurre, mas se incapacitan para verse a sí mismos. Las ideas mas pobres y estúpidas las expresan con una fuerza mesiánica, toman las ideas de otros y las hacen propias sin consideraciones éticas ni morales. Tendrán hordas detrás de ellos, siguiendo sus pasos como un iluminado, como un maestro y le seguirán sin importar cuan errado esté. Habrá un hueco inmenso de hambre y sed que nunca colmarán. Sin embargo, internamente, se hallan en una soledad y miseria de si mismos en satisfacciones a medias. Cada narcisista tiene detrás una historia de trauma, de abandono, de violencia, de una herida inferida en su desarrollo infantil, cuando sus figuras paténtales trasmiten al hijo sus propias necesidades insatisfechas en la forma de rabia, de dolor, de temor.
Lo que ocurre en el desarrollo del individuo puede bien ser transferido al proceso de formación de las sociedades. Lo filogenético se convierte en Ontogenia. Todas las sociedades pasar por etapas de desarrollo manifestando un narcisismo primitivo representados por las hordas salvajes arrasando comarcas enteras a lo largo de la historia, buscando llenar únicamente sus necesidades instintivas inmediatas. Así hemos visto el colapso de pueblos y civilizaciones. En general, los individuos y pueblos más avanzados no pueden entender la violencia aniquiladora de las personalidades narcisistas de los primitivos y cae presa de tal avalancha.
Los sociólogos Christopher Lasso y Giles Lipovetsky se han ocupado de estudiar el desarrollo de nuestra historia contemporánea inmediata desde la mitad del siglo XX hasta nuestros días y detallan el fracaso de las estructuras sociales postmodernas, donde las sociedades han entrado en un proceso de “personalización” que fomenta el narcisismo, sobre todo en las economías de mercado y consumo. En este entorno, se acentúa el egocentrismo, la cultura del Yo, la expresión externa de la persona en un desierto social y una pérdida del sentido de la vida, una incapacidad e indiferencia al compromiso de tomar partido por ideologías evolutivas, una pasividad de la juventud, una disolución y perversión de la política y la preferencia por espacios privados, sin foros de comunicación pública, desinformación, consumo desmedido e implacable, difusión del conocimiento y otros muchos factores que nos presentan una sociedad “narcisista” con excesivo culto del Yo, la identidad personal termina por pulverizarse en una marea de falsos Yoes que son idolizados.
El narcisismo puede tener expresiones de benignidad y de alta malignidad. Es posible que todos tengamos residuos narcisistas que expresamos en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, no nos incapacitan para ser productivos y adaptados a una vida satisfactoria. Theodor Millón y Roger Davis, basados en el pensamiento de Abraham Maslow sobre las escalas de necesidades, nos dicen que las sociedades con más carencias están demasiado ocupadas en sobrevivir y deja a los estratos de riqueza material el engendro de individuos narcisistas malignos, de alta patología. Son los habitantes de naciones adelantadas las que expresan la arrogancia y grandiosidad que imponen a los más débiles. Es solamente un punto de vista de estudiosos de lo colectivo. En general, el narcisismo ocurre en todas partes de modo independiente de su sociedad y cultura, puesto que aparece tempranamente en todos nosotros; el narcisismo sano se convertirá en patológico por el abuso, entendido como abandono, sobreprotección, represión ó negligencia que son conductas humanas universales.
Ahora, bajo está óptica, es posible hacer una revisión de las personalidades de nuestra política, nuestros empresarios, nuestros banqueros…
Y preguntarnos: ¿porqué no hay individuos sanos que nos representen? ¿Porqué existen empresarios expoliadores, ladrones y abusivos? ¿Por qué tienen estos sujetos ejércitos de seguidores, aduladores que les dan sustento? ¿porqué existe una violencia llevada a sus expresiones mas brutales y deshumanizadas?
¿Acaso un sujeto sano desea acumular poder, dinero, bienes que sobrepasan de modo mas absurdo y obsceno sus necesidades legítimas de vida? ¿Acaso se interesa por aniquilar al prójimo en persecución de su propio interés si vive en un entorno saludable?
Nuestra sociedad enferma produce narcisistas malignos que se encargan de destruir la misma sociedad que dicen representar. Tenemos ejemplos notorios en la clase política. No es tan difícil reconocerlos. Hagamos el ejercicio de reconocimiento necesario antes de que sea mas tarde.
Para mi en lo personal ESTE ARTICULO por encima de todos ha sido el mas enriquecedor, acertado y profundo.
ResponderEliminarRepito, en lo personal y desde mi optica y persepectiva.
GRACIAS INFINITAS por TANTA INFORMACION y sobre todo por hacerlo de forma tan estructurada y didactica para personas que no tenemos conocimientos tan amplios sobre el tema.
FELICDADES nuevamente.