El fin de la guerra fría, avanzado por las políticas del Glasnost y la Perestroika de la antigua Unión Soviética terminaron con el mundo bipolar de fuerzas balanceadas por sistemas opuestos de vida. El bloque comunista hubo de reconocer el fracaso de su sistema sociopolítico y cedió paso al Neoliberalismo en las formas mas extremas del capitalismo como lo hemos presenciado hoy.
Las filosofías sociales que eran pregonadas por las izquierdas del mundo quedaron almacenadas en los estantes de libros viejos y sus espacios fueron tomados por ideologías del libre mercado, del monetarismo y la escuela de Chicago con su líder Milton Friedman Sin embargo, las propuestas de personajes como Federico Engels y Karl Marx, considerados desde una óptica humanista, siguen teniendo una vigencia extraordinaria y es notable la aportación que hacen al considerar la influencia de la sociedad en la personalidad humana.
El efecto del Capitalismo en su forma extrema y por lo tanto inhumana, ha tenido efectos muy nocivos sobre la personalidad, creando el fenómeno de la “enajenación”. Citando a Erich Fromm: "entendemos por enajenación un modo de experiencia en que la persona se siente a sí misma como un extraño. Podría decirse que ha sido enajenada de sí mismo. No se siente a sí mismo como centro de su mundo, como creador de sus propios actos sino que sus actos y las consecuencias de ellos se han convertido en amos suyos, a los cuáles obedece y quizás hasta adora.” Antiguamente, enajenación era sinónimo de locura; una persona alienada estaba psicótica, completamente desequilibrada. Fueron Federico Engels y Karl Marx quienes la usaron con un sentido diferente: a una forma menos intensa de enajenación que permite a la persona actuar razonablemente en situaciones prácticas, pero que socialmente modelados constituye uno de los defectos mas graves de la persona. Para Marx, la enajenación implica un estado del Ser Humano en que sus propios actos se convierten en una fuerza extraña a si mismo, que lo rebasa y funciona contra sus propios intereses, donde termina por ser gobernado por dicha fuerza a pesar de si mismo. Herbert Marcusse, uno de los más agudos estudiosos del fenómenos de la enajenación en la sociedad moderna señala en sus obras la forma como la libertad del individuo es suprimida; nos presenta un método de dominación complejo que hace del Humano una víctima de su propia impotencia, donde cualquier oposición que surja del interior de la sociedad es asimilada de modo que ningun movimiento individual ó colectivo es capaz de oponerse y socavar las raíces socioeconómicas que la sustentan. Se debe, nos dice Marcusse, a que el contenido mismo de la consciencia humana ha sido "enajenado" y las necesidades humanas que el individuo reconoce, son necesidades ficticias. Distingue entre las necesidades reales que surgen de la naturaleza misma del humano y las ficticias que provienen de la conciencia alienada que la sociedad industrial, ahora de mercado y consumo, forjan en el individuo. Se ocupó Marcusse de mostrar ese fenómeno en una diversidad de las área de la vida, la organización, la psique, su influencia en el progreso y la democracia, en las metas de la civilización y el poder político y tecnológico.
Desde luego, el dinero es un protagonista central en el fenómeno de la enajenación, mediante el proceso de adquisición y consumo. Transcribo lo siguiente: … “el dinero transforma lo real humano y las fuerzas naturales en ideas puramente abstractas y por lo tanto en imperfecciones y, por otra parte, transforma las imperfecciones reales y las fantasías, las fuerzas que sólo existen en la imaginación del individuo, en fuerzas reales. Transforma la lealtad en un vicio, los vicios en virtudes, el esclavo en amo, el amo en esclavo, la ignorancia en razón y la razón en ignorancia…El que puede comprar valor, es valiente, aunque sea un cobarde…. considerar al Hombre como Hombre y su relación con el mundo como una relación humana son las condiciones primeras para cambiar amor por amor, la confianza por confianza, etc. Si queremos gozar del arte hay que ser una persona artísticamente preparada; si se quiere influir en otras personas, hay que ser una persona que ejerza sobre ellas una influencia realmente estimulante y propulsora. Cada una de nuestras relaciones con el Hombre y con la Naturaleza tiene que ser una expresión definida de nuestra vida real, individual, correspondiente al objeto de nuestra voluntad”. Fue plasmado por Kart Marx en su obra “Economía Nacional y Filosofía”, en 1844. En el tiempo transcurrido hasta la primera década del siglo XXI, el fenómeno de la enajenación individual y social se ha ahondado. La fascinación por la posibilidad de comprar es ya un mal colectivo, no sólo más cosas y mejores, también personas, posición, poder. El acto de comprar y consumir perdió sentido y se volvió una finalidad en sí misma, compulsiva e irracional. Comprar el último modelo de algo, se convierte en una persecución sin sentido; nos rodean ejemplos: ¿qué mujer no desea ser “totalmente palacio” (famosa tienda departamental mexicana), caprichosa, deseable y sofisticada? ¿Quién no desea manejar un Mercedes Benz y ser objeto de la mirada envidiosa de los demás que hincha de orgullo a su poseedor? La ácida Coca Cola se pide como reflejo, nos vincula con el futbolista en turno y la fiesta. En los círculos afluentes las damas muestran perfecciones anatómicas soportadas por toda suerte de implantes artificiales ocultos, que llenan la vanidad de sus portadoras. Se va a viajar al lugar de moda que permite presumir haberlo hecho. Las fiestas matrimoniales se despliegan con un exceso absurdo e innecesario, pero se convierten en la ventana por dónde los demás miran con estupor los alcances imaginativos y económicos de los anfitriones. Las afiliaciones a grupos diversos, compensan la falta de criterio individual sobre la verdadera problemática humana y confieren un halo deslumbrante, sobre todo si el grupo elegido es exitoso. Hasta las religiones y caminos de vida son adoptados, consumidos, para allegarnos una ilusión de ser. ¡Cuán vacío de si mismo se halla el Ser Humano! Podríamos continuar con ejemplos sinfín de la manera absurda y hasta imbécil en que se compra y se consume.
Se ha perdido la noción de quienes somos realmente, nos hemos identificado con lo que consumimos y con las formas del consumo, convirtiéndonos en objetos de uso, pues todos son una mercancía de uso para todos que en parte importante determina nuestras relaciones afectivas, marcadas por el interés, el distanciamiento y la indiferencia hacia los valores reales de la existencia humana. En cuanto a la relación del Humano consigo mismo, se ha “reíficado”, convertido en la cosa que consume ó posee, es decir, no es ya un agente activo portador de las potencialidades humanas, se he enajenado de ellas y se ha convertido en lo que posee, en lo que usa. Si le preguntamos, ¿quién eres?, responderá: soy el médico, el fabricante, empleado de tal firma, soy el millonario, ó el pobre, etc.; el Humano de nuestra sociedad halla la definición de sí mismo en la abstracción enajenada de su función social y no como un ser que siente en su mismidad con todas las funciones intrínsecas de quien realmente es. El sentido del valor del Humano enajenado reside y depende de su éxito, de la manera en que pueda venderse favorablemente y obtener la máxima utilidad de si mismo, de la opinión social que será positiva si se muestran señales de afluencia y éxito económico. De manera que toda la visión de su propio valor depende de factores externos a sí mismo, de la valoración que otros puedan hacer de él como mercancía y cómo unidad de consumo. La desgracia mas honda se halla en el hecho no reconocible por el sujeto en cuanto que su pensamiento, sentimientos, decisiones, juicios y actos le son implantados desde el exterior por una fuerza, (del sistema de mercado y consumo) que ha arrancado su identidad como un ser único e irrepetible. El sujeto desea lo que le indican desear. Consumimos y usamos cosas, actividades, personas, ideologías, partidos políticos, todo lo inimaginable que nos otorga cierta identidad e importancia, en realidad ficticias. Tal enajenación del Humano conduce inevitablemente al hundimiento de una percepción razonada de los problemas básicos de la existencia humana. El Humano en nuestra sociedad marcada por la enajenación, no se halla en la posibilidad de encarar su vacío interior y requiere el implante continuo de sentimientos secundarios de sí mismo en la adopción sinfín de identidades postizas, al alcance del bolsillo de todos, aun en el consumo de una simple cerveza.
Desde el siglo XIX han habido pensadores de visión trascendente que señalaron el proceso de decadencia y deshumanización que estaba tomando lugar detrás de la riqueza y poder político de la sociedad occidental. Algunos adoptaron posturas de resignación, otros hicieron esfuerzos de solución. Todos ellos insistieron en rechazar el uso del Humano como un medio, vieron que toda producción material tiene como finalidad el bien de la vida humana y no que el Humano se pusiera al servicio de las cosas, como ahora acontece. Desgraciadamente, nos hallamos sumergidos en un sistema global del más inhumano capitalismo jamás concebido, muy lejos del capitalismo del siglo XIX y XX. Un capitalismo que ha favorecido un sistema financiero de deuda, no productivo, a base del recurso monetario de “reserva fraccionada”, que crea dinero de la nada y que tiene hoy. al sistema financiero mundial al borde del colapso. Las cadenas de producción están atrapadas en la necesidad del consumo irracional que requiere a su vez del aparato enajenante de la publicidad extrema. La conciencia del Humano ha sido secuestrada por un sistema enfermo, "enajenado" y que lo mantiene en una carrera de consumo de satisfactores, substitutos del sí mismo perdido. Todos estamos atrapados en una manera de vida que necesita, como nunca antes, la observación del individuo hacia la realidad de su propio ser frente a un mundo cuya complejidad le es difícil entender.
Albert Einstein escribió hace mas de medio siglo: ..."he llegado ahora al punto en que puedo indicar qué constituye para mí la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Afecta a las relaciones del individuo con la sociedad. El individuo es mas consciente que nunca de su dependencia de la sociedad; pero no considera esa dependencia como una partida positiva, como un vínculo orgánico, como una fuerza protectora, sino mas bien como una amenaza a sus derechos naturales y aun a su existencia económica. Además su posición en la sociedad es tal, que constantemente se acentúan las tendencias egoístas de su carácter, mientras sus tendencias sociales, que por naturaleza son mas débiles, se debilitan progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad sufren a causa de este proceso de debilitamiento. Prisioneros sin saberlo, de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solitarios y privados del ingenuo, sencillo y natural goce de la vida. El hombre puede encontrarle sentido a la vida, aun siendo como es corta y peligrosa, únicamente consagrándose a la sociedad".
El único camino es rescatar la consciencia individual del modelaje superficial y destructivo que la sociedad de mercado y consumo han hecho del individuo. Hoy mas que nunca se requieren sistemas de educación que fomenten el estudio de las ciencias y humanidades y el encuentro con los métodos de conocimiento de si mismo, las psicoterapias humanistas y sistemas de conocimiento de las filosofías perennes.
(Transcripciones tomadas de "Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea" de Erich From, Fondo de Cultura económica, 1956, México)